Si trabajas independiente o estás emprendiendo es muy probable que esto te esté pasando a ti también.
Ahora que mi horario es flexible y soy “mi propia jefa”, un gran desafío ha sido lograr ENFOCARME para avanzar en lo que tengo planeado hacer.
Lo cierto es que al trabajar para mí, muchas veces siento que la tarea que tengo que sacar no siempre es TAN urgente. Entonces, suelo caer en la trampa de priorizar otras labores que en el minuto parecen más urgentes, pero menos importantes.
Por ejemplo, responder un email, contestar el teléfono, poner la ropa en la lavadora, ordenar la casa, etc.
Otras veces, ni siquiera es por un sentido de urgencia. Simplemente, me distraigo mirando el whassap o viendo un video de algún perrito en Instagram, en vez de estar escribiendo el artículo para el blog! Y cuando me fijo en la hora, me entra el pánico y pienso: ¡¿En qué se me fue toda la mañana?!
El Síndrome del Objeto Brillante
Sin embargo, la peor distracción es cuando estoy buscando información sobre un tema específico para mi proyecto y me sorprendo leyendo un artículo sobre una idea totalmente diferente, que me parece súper interesante.
El problema es que no me lo quiero perder, quiero saber más, porque creo que puede servir a mi negocio. Y me complica porque no sólo me distrae momentáneamente de mi tarea, sino que me desvía de mi plan original durante horas o incluso días.
Y se hace difícil saber qué hacer y qué no. Porque por un lado quiero investigar más sobre esta nueva idea (tecnología o tendencia de moda), para saber si es o no viable para mi proyecto. Pero por otro lado, quiero avanzar en lo que ya me propuse hacer para alcanzar los resultados que busco.
Recientemente, aprendí que esto tiene un nombre. Se llama el Síndrome del Objeto Brillante y se define como un estado continuo de distracción provocado por la creencia constante de que hay algo nuevo que vale la pena perseguir. A menudo se produce a expensas de lo que ya está planificado o en marcha.
Tiene sus raíces en ese fenómeno infantil de querer siempre un juguete nuevo, incluso si el juguete actual está bien.
Entonces, ¿qué hacer?
Según he ido aprendiendo de emprendedores más experimentados y de mi propia experiencia, hay cuatro simples técnicas, que me hacen sentido y me han dado resultados. Estas son:
1. Sobrevivir a la prueba del tiempo:
En lugar de lanzarse de cabeza sobre una “brillante” nueva idea (invirtiendo tiempo, energía y recursos) es preferible que esta idea logre sobrevivir a la prueba del tiempo.
Es decir, si es una idea que olvidas, entonces no vale la pena. Si NO sientes la curiosidad suficiente como para ejecutarla bien, entonces no vale la pena.
Pero, si no puedes dejar de pensar en esa idea durante un tiempo, entonces sí vale la pena ir tras ella y estudiarla para evaluar qué puede aportar y cómo impactará en tu negocio.
2. Revisar y ajustar prioridades:
El propósito es sobrevivir a la enorme cantidad de opciones que tenemos hoy en día. Porque si intentas hacer demasiado, no lograrás nada. Y te pasará lo mismo que a mí. Estarás ocupada, sin avanzar en lo que realmente quieres lograr.
Así que, lo que estoy haciendo es definir unos pocos objetivos y avanzar enfocada en uno a la vez, durante un período acotado de tiempo (un mes, dos o tres meses). Sin distracciones, priorizando profundidad sobre amplitud. Luego, paso al siguiente objetivo.
Por ejemplo, mis prioridades actualmente son:
- Aumentar seguidoras en Instagram
- Crecer mi lista de email y crear una secuencia de bienvenida
- Crear un producto digital
- Coaching: ayudar a mujeres a crear su negocio digital
Lo importante es tener claro cuál es tu prioridad principal. Por ejemplo, si necesitas dinero, busca clientes. Si deseas amplificar tus resultados, crea una audiencia. Si quieres mejorar tus habilidades de escritura, escribe, escribe y escribe.
Esta lista de prioridades la voy revisando cada cierto tiempo, cuando siento la necesidad de evaluar cómo voy.
Y tú, ¿qué quieres?, ¿cuál es tu prioridad?
3. Bloquear tiempo creativo:
Cuando tengo que concentrarme al máximo, ya sea para investigar un tema, escribir, definir prioridades, aprender algo o lo que sea, bloqueo en mi calendario al menos dos horas al día o toda una mañana, si es necesario.
Lo hago pensando como si estuviera en una reunión con otra persona, pero en la práctica, la reunión es conmigo misma.
Al menos necesito dos horas porque, por ejemplo, si voy a escribir, no logro entrar inmediatamente en un estado de fluidez. Antes pruebo ideas, tanteo, investigo y de a poco agarro vuelo.
En este bloque de tiempo pongo el télefono en silencio, no miro emails, no veo el whassap, ni redes sociales. Cierro las ventanas de mi navegador y sólo dejo abiertas las necesarias para mi trabajo. Luego, abro un documento de Word, me pongo mis audífonos y escucho mi música favorita para concentrarme.
4. Dividir en pequeños tramos:
Si es una tarea grande, casi nunca la hago de una sola vez o en un sólo día. Por lo general, me toma dos o más jornadas, dependiendo del tamaño, profundidad, grado de creatividad que requiera o de la inspiración que tenga en ese momento.
Por eso, suelo dividir el trabajo en pequeñas tareas más digeribles. Me ayuda hacer un borrador con una lista de los pasos del proceso y luego decido qué hago primero y cómo sigo los siguientes días.
Para mi sanidad mental, así avanzo de a poco y no lo dejo todo para el último día.
Tiempo y práctica
Es frustrante cuando no ves una relación entre el esfuerzo que pones en tu proyecto y los resultados que obtienes.
Y no importa cuán disciplinadas podemos ser, abstraerse de tanto estímulo externo y tantas opciones, para concentrarnos en lo que uno quiere lograr, es DIFÍCIL. Las distracciones a nuestro alrededor son infinitas.
Y es que hoy vivimos en un mundo que compite por nuestra ATENCIÓN!
Lograr foco y fluidez para avanzar toma tiempo y práctica. De a poco, he ido creando mi propio ritual en mi bloque de tiempo. A veces resulta, otras veces no. Y cuando no, ayuda la compasión hacia una misma y la claridad de saber que aunque no es fácil, vale la pena.