Ahora que estoy viviendo la etapa inicial de mi emprendimiento, pienso en una historia que leí hace un tiempo atrás en una carta de Aniko Villalba*. Es la historia del bambú japonés y dice así…
“La semilla de bambú se planta y se riega todos los días. Durante los primeros cinco años, sin embargo, no pasa nada, en la tierra no aparece ni un brote. Pero en el quinto año, en un período de seis semanas, el bambú emerge y crece más de treinta metros. Durante esos primeros cinco años de supuesta inactividad, el bambú se dedica a generar un sistema complejo de raíces que le permitirá sostener el crecimiento que vendrá después. Y aunque su crecimiento por fuera de la tierra parezca súper acelerado e inmediato, no tarda seis semanas en crecer: tarda cinco años y seis semanas”.
Esta historia me hace tanto sentido. La etapa “semilla”, es decir, la primera fase de un emprendimiento o de cualquier proyecto creativo es la más importante y también la más difícil. Aquí es donde lo nutres, lo cuidas, le dedicas tiempo y energía, cada día.
Y sobretodo, confías en que en el interior se están formando las raíces (ideas, aprendizajes, estrategias) que sostendrán el crecimiento que comenzará a hacerse visible cuando sea el momento…aunque ahora no veas nada.
Este “tiempo semilla” es donde más te conoces, te nutres, reflexionas, aprendes, pruebas, te equivocas, corrijes, investigas… Es donde te desafías de distintas maneras: poniendo constantemente a prueba tu carácter, tu ingenio, tu creatividad, tu forma de ser, de pensar.
Cuesta ser constante, cuesta ser paciente, cuesta mantener la confianza, cuesta no sentirse ansiosa, ni desanimarse si los resultados tardan más de lo que esperabas o si simplemente no resulta como lo imaginaste. En momentos de crisis, cuesta no tirar la toalla o cuestionarse si ha valido la pena.
Sobre todo si miras a tantas otras emprendedoras y ves las cosas hermosas que han creado, lo avanzadas que están o lo rápido que han crecido, en comparación a ti…cuesta no sentirse pequeña y preguntarse si ¿hay espacio para mí en este mercado aparentemente tan saturado?
Pero ahí es donde quizás nos engañamos o simplemente olvidamos que, en sus inicios, ellas también tuvieron que pasar por la “etapa semilla”, seguramente con las mismas dudas y miedos, haciendo el trabajo interno, de reflexión, autoconocimiento, todos los días, durante el tiempo que cada una necesitó para llegar a donde quería.
Cada vez que decidamos emprender desde cero, o si planeamos crear algo nuevo, por ejemplo, un sitio web, un curso o lanzar un nuevo producto o servicio, respiremos y recordemos la historia del bambú japonés…y recordemos mirar el proceso completo con más compasión hacia nosotras mismas y con más esperanza.
¿Te hace sentido?
Pd: Si no conoces a Aniko Villalba, aquí va el link a su web: