El otro día estaba conversando con mi hija de 12 años sobre sus sueños y lo que a ella le gustaría hacer cuando grande. Me dijo que aún no sabe, pero me confesó que le gusta vender.
Ella tiene un pasatiempo: hace unas velas hermosas (y no lo digo sólo porque sea su madre, sólo vean la foto : ) . De vez en cuando las vende a familiares cercanos, amigos, compañeros y profesoras de su colegio.
Durante la conversación me dijo: “Sé que vender es mucho más que ir a una feria y ofrecer mis velas. Me gustaría aprender sobre marketing: ¿Qué es, mamá?, ¿Qué implica?, ¿Para qué sirve?, ¿Me enseñas?”.
¡Wow! Me dejó con la boca abierta. Sus palabras me sorprendieron y emocionaron tanto! Ya pensando en su futuro! Así que, obviamente le dije: ¡Claro, te enseño! Además, la conversación me hizo pensar en los desafíos que ella tendrá en diez años más, cómo será el mercado laboral que le tocará -si YA hoy todo está cambiando tan rápido con las redes sociales, la inteligencia artificial, el metaverso- y cómo muchos de los trabajos que hoy existen desaparecerán. Seguramente, se crearán otros nuevos pero de qué tipo de trabajos estaremos hablando?.
Contar lo que haces…
En fin… volviendo al tema marketing, le expliqué, en términos simples, que marketing es contarle a la gente lo que haces… ¿Para qué? Para, por ejemplo, en el caso de mi hija, vender sus velas, ganar dinero, y así poder seguir creando más velas.
Y que, al contrario de lo que muchas personas creen (yo era una de ellas, hasta hace unos pocos años) marketing no es engañar a la gente, ni aprovecharse de otras personas, ni manipularlas para hacerlas comprar o hacer cosas que no quieren. Aunque le aclaré que, lamentablemente, existe gente poco ética que sí lo hace.
Sin embargo, le aseguré que el marketing honesto y ético existe y que es como una amiga en la que confías, que te cuenta sobre algo genial que descubrió o aprendió porque cree que a tí también te podría encantar o te podría servir. Y te lo explica desde un lugar de respeto, compasión y cuidado.
Porque, al final, se trata de ponerse en el lugar del otro, saber escuchar y entender lo que quiere, siente y necesita otra persona. Y para lograrlo es fundamental saber escucharse y entender lo que una misma quiere, siente y necesita.
Comunicar con empatía
Una vez que llegas a ese entendimiento, es más simple y genuino ofrecer lo que tienes y comunicarlo con empatía, de forma transparente, generosa y creativa. Y si tu mensaje resuena con la otra persona, entonces, es muy probable que quiera comprar lo que ofreces.
“Por ejemplo, en el caso de tus velas – le dije- se trata de dar a conocer a la gente algo que te encanta hacer y mostrar cómo tus velas pueden dar calidez a un hogar o ser el regalo perfecto para alguien querido o crear un ambiente mágico en una ocasión especial.” Y así, puede que logres que la otra persona diga: ¡Mira esas velas, qué lindas, quiero tener una ya!
¿Qué tan claro le quedó mi explicación a mi hija? No sé… pero partió a su pieza, trajo un block de dibujo, lápices y acuarelas y dibujó una velas. Además, escribió un título: “Velas artesanales” y agregó los distintos tamaños y sus respectivos precios. ¡Me encantó!