Si soy honesta, admito que escribo esto para mí.
Porque este es un tema que quiero entender más.
Y qué mejor manera de tratar de entender algo sino es escribiendo.
Así que aquí voy.
Como dice Austin Kleon en su libro “Roba como un artista”, nadie nace con estilo ni con voz.
No nacemos sabiendo quiénes somos.
Al principio de nuestras vidas aprendemos imitando: imitamos a nuestros padres, luego a nuestros amigos, personas de nuestro círculo, de nuestra cultura, etc.
Estamos constantemente recibiendo influencias.
¿A quién y qué imitar?
Y en la búsqueda de nuestra propia voz, decidimos a quién queremos imitar.
Entonces, escogemos a personas que nos gustan, que queremos, que nos inspiran o que hacen algo que nosotros queremos hacer.
Una vez que defines a quien imitar debes decidir QUÉ copiar. Para Kleon esto es más difícil y aconseja que:
- “No sólo te robes un estilo, róbate el PENSAMIENTO detrás de ese estilo”.
- “No quieres verte como tus héroes, quieres OBSERVAR como ellos”, sostiene.
- Ya que de lo que realmente se trata es de “INTERIORIZAR su forma de ver el mundo”.
Y advierte que “si solo imitas la superficie del trabajo de alguien más, sin entender de dónde viene, tu trabajo no será más que una mala imitación”.
Posteriormente, -dice- “dejas de imitar y empiezas a emular. La emulación va un paso más allá, logrando algo propio”.
¿De qué hablamos cuando hablamos de voz?
Se trata de la energía, del sentimiento y sensaciones que surgen de tí cuando escribes o hablas, de tus convicciones, de qué es importante para tí, dice Lisa Nicols.
Es el deseo de compartir impresiones lo que da voz a un escritor, dice Julia Cameron en su libro “El camino de la escritura”.
Para Cameron, “a medida que escribimos, cultivamos la HONESTIDAD. Y no sólo eso: “mostrar nuestro verdadero yo es un requisito imprescindible para la buena escritura”.
Pero mostrar nuestro verdadero yo puede ser arriesgado.
Muchas veces a lo largo de mi vida no he sido totalmente honesta por miedo a ser juzgada, miedo a las consecuencias, o a ser dejada de lado.
Vacío, sin gracia, sin viveza.
Y es que lo que más queremos como seres humanos es sentirnos conectados. Y si decir lo que pensamos te aísla de las personas, muchas veces dejamos de hacerlo.
Pero Cameron dice que “a fin de cuentas, lo que estás confesando es la condición humana” y que hacerte la santa cuando lo que sientes es todo menos eso, hace que lo que escribes sea vacío, sin gracia, sin viveza.
Sin duda, escribir con honestidad es un buen camino para encontrar tu voz.
De todas maneras, habrá lectores que te amarán y otros quizás te odiarán.
Aun así,
¿Te atreves a mostrar tu verdadero y extraño yo?