¿Qué tiene que ver la jardinería con la escritura?

Esta semana trabajé en mi jardín. Me dediqué a podar y desmalezar una buganvilia, un ficus y un liquidambar.

Corté las ramas que estaban secas o infectadas. Otras demasiado largas, o a muy baja altura, a mitad del tronco. Otras, porque comenzaron a bloquear la entrada de mi casa.

El objetivo: Darles FUERZA, FORMA y DIRECCIÓN.

Y eso mismo es lo que hago cuando escribo. O más bien, cuando edito lo que ya escribí.

Sobre todo cuando siento que algo le falta o le sobra a mi texto, pero no sé precisar qué.

O peor. A pesar de escribir sobre un tema motivante, lo encuentro:

¡ABURRIDO!

Si te ha pasado, calma. El primer paso para salir de esto es DARSE CUENTA.

Luego, revisar y tomar la decisión de PODAR tu texto para darle fuerza, forma y dirección.

Así, podrás transformarlo en una pieza tan clara y atractiva que tendrán que leerla hasta el final.

  1. Frases cliché.
  2. Frases redundantes.
  3. Frases ambiguas.
  4. Voz pasiva.

Frases que funcionaron la primera vez que alguien las dijo, pero de tanto repetirlas perdieron su brillo.

Frases con imágenes trilladas que no despiertan la imaginación.

Frases imprecisas que hacen que desconectes tu cerebro en un segundo.

Y no sólo frases, también palabras que ves juntas todo el tiempo:

  • Potencia tu negocio
  • Dilatada trayectoria
  • Fe inquebrantable
  • Merecidas vacaciones
  • Isla paradisíaca

¿Por qué las usamos?

Porque ESCRIBIMOS SIN PENSAR. O dejamos que la Inteligencia Artificial escriba por nosotros.

Entonces, FÍJATE en:

  1. Palabras que suenen demasiado natural juntas.
  2. Palabras que suenan bien porque así es como las escuchas siempre. (Lo que las convierte en cliché).

Toma tijeras y ¡PÓDALAS!

Luego, PIENSA en una manera diferente y más original de decirlas.

Frases que no aportan nada nuevo, especial o útil. Frases que dicen lo obvio o tienen exceso de adjetivos y generalizaciones.

¡PÓDALAS todas!

Ocupan espacio, pero lo más importante: Le quitan FUERZA a lo que escribes.

Asegúrate, eso sí, de no cambiar el significado.

Ejemplo:

vs.

También, fíjate en estas palabras:

  • un poco
  • algo así
  • como
  • más o menos
  • bastante
  • en realidad

Las usamos mucho cuando hablamos. En especial, cuando nos sentimos incómodos al querer decir algo de forma directa. Pero al escribir, no necesitamos andar con rodeos, ni cubrirnos las espaldas.

Ejemplo:

Esa frase tiene mucho menos fuerza que ésta:

Ser directo y claro es bueno.

Frases que podrían significar cosas diferentes o que no significan nada. Frases tan vagas que confunden o crean desconfianza.

Ejemplo:

Esta frase podría significar cualquier cosa:

¿Estaba: él o yo?, ¿bien: ¿”a gusto” o “muy”? solo ¿“sin nadie al lado”, “sin familia, amigos, pareja…?

¡PÓDALAS!

Queremos DETALLES que nos muestren una imagen clara.

Al leer una frase, pregúntate «¿cómo se ve eso? o ¿qué aspecto tiene?».

Luego, hazlo MÁS concreto.

Más específico es más convincente. Los detalles son mágicos.

Ejemplo:

vs.

Con frecuencia usamos la voz pasiva donde no se necesita, debilitando el impacto de un texto.

En esos casos, ¡PÓDALA!

¿Por qué la usamos tanto?

Porque es más fácil. Da menos responsabilidad a quien (o a lo que) está realizando la acción. Y eso le quita fuerza.

Ejemplo:

¿Cuándo es necesario usar la voz pasiva?

En dos situaciones:

  1. Cuando queremos llamar la atención sobre el objeto, cosa o persona sobre la que se actúa:

Ejemplo:

(Se trata del psicópata, no del sistema penitenciario).

Funciona mejor que:

2. Cuando el que hace, el objeto de la acción es desconocido, invisible o sin importancia.

Ejemplos:

Y esto es lo que tiene que ver la jardinería con la escritura. Además de plantar y regar (ESCRIBIR), es necesario “ podar” (EDITAR) nuestras ideas, sacando todo lo que le quite fuerza, forma y dirección.

Pd: Cuanto más escribas, más fácil te será reconocer estas cuatro plagas y ¡eliminarlas de raíz!

¡Gracias por leer!